El hecho de que tuvo que abrirle un agujero adicional al cinturón para
poder ceñírselo no le pareció extraño. Tampoco el comprobar que los
ruedos de los pantalones le cubrían enteramente los zapatos. Pero
cuando no pudo alcanzar el tramo superior del armario donde guardaba sus
camisas, se dio cuenta al fin de que había comenzado a disminuir de
tamaño. Su reducción se verificó en forma absolutamente proporcionada y
sus miembros, al empequeñecerse paulatinamente, guardaron siempre una
relación armónica entre ellos. Transcurrida la primera semana tenía ya
la estatura de un niño de tres años. Al cabo de la segunda no levantaba
más de cinco centímetros del suelo y a la tercera ya había
desaparecido totalmente de la vista de los demás y se adentraba en la
región inusitada de la vida microscópica. Continuando su marcha
inexorable hacia la infinita pequeñez cruzó indemne el universo de las
bacterias, los microbios y los virus, y descendiendo aun más la escala
de las dimensiones, penetró luego en la zona de los átomos, donde fue
testigo de sordas batallas entre protones y electrones cargados de odios
y amores ancestrales. Dejando atrás el terror difuso de pavorosas
desintegraciones nucleares, bajó entonces a una región de paz donde la
angustia era aún desconocida y donde fue perfectamente feliz porque
adquirió conciencia de que la distancia inverosímil que lo separaba del
punto de partida de su largo viaje lo libraba para siempre del peligro
de que algún científico entrometido lo detectara a través de un
microscopio gigantesco y lo trajera de vuelta al horrible mundo de los
seres humanos.
-Cuentos Cortos - Virgilio Alejandro Díaz Grullón
hola k ase -ENMANUEL ANDRES ADAMES GUZMAN
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